Decir de este gaitero nacido en Vigo hace 42 años que es el mayor
exponente del folklore de su terruño es poco. También es un inquieto
buscador de puentes, de conexiones a través de las raíces celtas en
Europa, pero fundamentalmente en América Latina. Tanto que pasó un largo
año en la Bretaña francesa y otros tres recorriendo Brasil para
descubrir que en el corazón de Sudamérica persiste el espíritu de los
druidas y los magos encarnados en sonidos e instrumentos que vienen de
la Edad Media, sin escalas.
De gira por Buenos Aires en el marco de la presentación de su
último disco, Discover, Núñez habló de esa historia latente en los
pueblos, de sus inicios cuando adolescente con los ya míticos
Chieftains, el grupo de música celta islandés con quienes se inició a
los 16 años y llegó a tocar junto a los Rolling Stones, Sting, Sinead
O’Connor y León Gieco.
–¿De dónde viene ese ansia por buscar puentes culturales hacia el otro lado del océano?
–Es una filosofía que la aprendí de mis maestros, los Chieftains,
que seguramente es algo muy celta, de buscar las conexiones. Ellos me
decían: "Carlos, no pienses sólo en tu pequeño país." Hay dos filosofías
posibles: tú viajas y vas viendo: "Esto es diferente a lo mío, no me
siento en casa", o la otra filosofía que es siempre buscar las
conexiones. Entonces te sientes en casa en todas partes. Esa es la forma
celta.
–¿Eso lo llevó a meterse en el Brasil profundo?
–Tenía la sospecha de que Irlanda y Escocia llevaron la música
celta a Estados Unidos y Canadá, y Galicia llevó la gaita a toda
Latinoamérica. Brasil tuvo gaita desde el inicio de la conquista, en el
1500. Fue el instrumento que primero llegó de Europa; hubo gaiteros
indígenas, gaiteros africanos y en Argentina también. Tú le preguntas a
Shakira qué es una gaita y te dirá: "¡Ah, en Colombia la gaita macho y
hembra!" Un venezolano te va a decir "son los ritmos del carnaval". Un
mexicano, "¡Ah, gaita es un mariachi antiguo!" Y en Cuba te van a poner
unos ritmos como el de la muñeira gallega, que se parecen al chamamé.
–¿El chamamé también? Algunos dicen que tiene influencias en la polca centroeuropea.
–He estado frente a frente con mi amigo el Chango Spasiuk y le he
dicho: "Tócame este chamamé (tararea). Ahora vamos a ver la gaita
venezolana, ahora vamos a ver este mariachi antiguo y tal", y me acabó
confesando que era lo mismo. Lo que pasa es que tienen nombres
diferentes, nacionalidades diferentes. Yo estoy convencido de que hay
unas conexiones ahí estupendas, que la música celta está ahí. Esa gaita
fue con jesuitas y franciscanos, y llevó el sentimiento de la Navidad,
que eran los villancicos, y se extendió por toda Latinoamérica. Los
jesuitas fueron como druidas que dejaron hacer: al africano o al
indígena le dijeron "Tócalo a tu manera." No hubo una imposición de "hay
que tocarlo así". Esos villancicos gallegos, tenían forma de muñeira,
de gigas irlandesas.
–Se dice que los jesuitas conquistaron a través de la música.
–Hay cartas increíbles en las que escribían. "Si mandan gaitero, no
habrá jefe indígena que no nos deje a sus hijos para que los eduquemos,
les gusta." Hay una de Pêro Vaz de Caminha, la Carta do Achamento, del
descubrimiento, de cuando los portugueses desembarcan por primera vez y
le explican rey de Portugal aquel momento mágico de cuando encuentran a
los indios, que no hablaban la misma lengua, no había forma de
comunicarse. Entonces dice Pêro de Camina que "va un gaitero a la playa y
tocó para los indios y ellos jugaban y reían y gustaban mucho de la
gaita." Ellos se jactan de que ahí nació Brasil.
–Cruce misterioso de culturas.
–España realmente no es un país. La península ibérica, España y
Portugal, es un campo de juego entre dos energías, la del Atlántico y la
del Mediterráneo. El Mediterráneo es la guitarra, es todo ese mundo de
las ciudades, esa cultura avanzada, las ciencias, las humanidades, el
barroco. El Atlántico es la magia, las leyendas, la gaita, ese mundo
medieval antiguo, ese no realismo del románico. Cuando de pronto se
descubre América, esa guerra gaita-guitarra pasa a Latinoamérica. En los
barcos iban la gaita y la guitarra: la guitarra era la modernidad, el
capitalismo, las universidades, Lisboa, Madrid, Sevilla, el barroco. Y
la gaita era la antigua Edad Media, los celtas, los campesinos. Cuando
eso llega a Latinoamérica, ¿quién gana esa carrera? La guitarra, las
grandes ciudades. Pero la gaita permanece, su alma transmutada en otros
instrumentos, como el acordeón.
–El bandoneón.
–¿Cómo se le llama al acordeón en el sur de Brasil? Gaita. ¿Cómo se
llama en el norte? Sanfona, como la antigua sanfona. El acordeón
sustituyó a los instrumentos medievales, pero el repertorio y el alma
siguen siendo los de los antiguos. Aparte de las músicas nacionales, hay
muchas otras músicas secretas que nunca fueron valorizadas en
Latinoamérica. Tiene que venir alguien de afuera para rescatarlas, como
nos paso a nosotros en Galicia con los irlandeses.
–¿Cómo es eso?
–España tenía castigada a Galicia. Si tú buscas en el diccionario
de la Real Academia Española el significado de "gallego", te dice
"nativo de Galicia-tonto, gallego soplagaitas, tonto soplagaitas". Es un
desprecio hacia ese mundo antiguo y viene de todo lo nuevo, todo lo
barroco del nuevo imperio español.
–Pero España parece no haber querido mirar hacia América de una manera diferente.
–España quedó sin proyecto. España se convirtió en país sólido
porque era una empresa muy rentable. La Reconquista fue echar a los
moros, entre comillas. ¿Por qué los echaban? Porque eran ricos y tenían
oro; todo lo que era lujo era de los árabes, entonces, ¿quién no quería
estar en la Reconquista? Era el Far West pero hacia abajo. De pronto,
curiosamente el mismo año que se termina la Reconquista, viene Cristóbal
Colon y ¡pumba!, América. España no conquista Portugal, sino que la
energía se va hacia allá. No hay nacionalismos durante la conquista de
América, pero se pierde Cuba, la última colonia, y ahí empiezan los
problemas y ahí si hay Cataluña, País Vasco y tal. El imperio se ha
caído y se termina un matrimonio de conveniencia, quien lo sabe. ¿Existe
realmente España? Lo que sí es cierto es que existió un proyecto. A
España la hizo Castilla, que con su mentalidad germánica ha sido la
Inglaterra de la península ibérica. Inglaterra formó el Reino Unido, y
consiguió unir a los clanes de Escocia con los irlandeses, como esclavos
y tal.
–De todos los sitios donde grabaste, uno de los más extraños es
Japón, donde participaste en música de animés. ¿También allí encontraste
conexiones con lo celta?
–Viajando cerca de Fukushima me encontré con que ellos también
llaman "rías" a esas entradas del mar donde desaguan los ríos. El
japonés tiene una cultura de mar y es muy gallego. Nunca contesta con sí
o no, deja que decida la naturaleza. Como el gallego, no es humanista.
El humanismo no llegó a Galicia, eso viene con el barroco, con el
capitalismo.
–Eso sí que es interesante.
–El humanismo es un concepto más renacentista, es clásico
greco-romano, es un concepto de las ciudades que consiste en la
esperanza del hombre en el hombre, los hombres uniéndonos, forjando
juntos, haciendo ciudades. En cambio el gallego no cree en el hombre.
–¿Cómo piensa?
–El gallego sólo sabe que llega el invierno y que la cosecha puede
perderse. Sabe que la luna llega y que la mujer se pone de buenas o de
malas y si quieres tener una buena palleta (lengüeta de caña) espera la
primera luna creciente del mes de enero y ahí cortas y sacas la palleta
de la gaita. El gallego es pura observación de la naturaleza. En Galicia
ni siquiera el dinero es lo más importante; es el favor que yo te pido.
El gallego no es como el castellano que es "sí o no, no me hagas perder
el tiempo". Castilla es germánica.
–¿Todo ese mundo español está en crisis?
–Ah, pero a mí no me preocupan las crisis. Lo digo con toda la
crueldad, porque la está pasando muy mal mucha gente y muchos están
migrando. Pero también es posible que los gallegos estén más preparados
para esta crisis que el resto de los españoles. Los gallegos, como los
irlandeses, siempre han tenido por tradición un pie preparado para
salir. Pero al mismo tiempo, las crisis hacen que se tambalee el
poderoso, y al tambalearse, los débiles tienen una oportunidad. «
El perseguidor de sabios
"Una cosa que sorprende a mucha gente es que en la música celta
pasamos muchas veces de una canción triste y de pronto entra la gaita:
chan cha chan chan, como los irlandeses no? La balada triste irlandesa y
de pronto ¡Uhuu! (grita) y empieza el ritmo. ¿Están locos, estos
celtas, que pasan de la melancolía, de la saudade, de la morriña, a la
fiesta? ¿A qué se deben esos cambios? No lo sé, pero es algo propio de
nuestra música. Y esa melancolía fíjate tú qué cosa más curiosa:
descubrimos hace poco unas músicas de Londres, que fue un centro de
música celta súper fuerte en 1700, y había una publicación semanal que
se llamaba Pills for Melancholy ("Píldoras para curar la melancolía"),
para escoceses o irlandeses que iban a trabajar a Londres y
Manchester... les estaban vendiendo la morriña en Londres, la música
celta curaba la morriña.
–¿Hay método académico en tus investigaciones, o es intuición pura?
–Me encanta rodearme de sabios. Alguien me llamó "el perseguidor de
sabios", porque la gente que sabe muchas cosas te da ideas, y las ideas
tienen energía potencial y eso hace que salgan cosas nuevas en la
música. Muchas veces hay científicos que te cuentan cosas y otras veces
las descubres por tu propia intuición. Mi intuición me decía que esas
músicas que yo escuchaba en el nordeste de Brasil o Minas Gerais
conectaban con nosotros, pero yo no sabía por qué. Me tardé tres años en
descubrir que fue porque la gaita viajó de ese Portugal tan galaico de
1500, donde en todo el país se tocaba la gaita.
La gallega Potter
–Mucha gente, cuando escucha por primera vez música celta, dice: "Parece música country, o de película de cowboys."
–La gente muchas veces conoce porque ve en el cine, y por eso los
relacionan con los cowboys o con los escoceses de las faldas, el gaitero
del castillo. A veces le explico a la gente que Galicia es "Terra
Meiga", Tierra de Magas –o de brujas–. En Galicia, lo de ser bruja o
maga no es malo, siempre se vio como un don bueno. Entonces les digo que
Harry Potter no tenía que ser chico inglés, tenían que ser chica y gallega.
Tiempo Argentino
Setiembre 21 de 2013
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