Jorge Antonio Arias Díaz recuerda la última vez que estuvo en Buenos
Aires en 1992, para un encuentro estudiantil en Mar del Plata. “Como
suele suceder, han sido muchos los cambios en 23 años”, reflexiona ante
Tiempo, para agregar que según su óptica, en Argentina y en la región
han sido para bien. “Hay personas que quizás aspiraban a más
transformaciones que las que se han producido, pero yo creo que no se
valora en toda su dimensión las que se dieron”, sostiene el vicejefe de
Relaciones Internacionales del Partido Comunista de Cuba (PCC). Algo de
eso habló ante los miembros de partidos locales y de grupos de
izquierda con los que debatió la coyuntura y a los que recomendó tomar
en cuenta especialmente “quién es el enemigo principal” para preservar
el proceso que se viene desarrollando en América Latina.
–¿Cuáles son los cambios que encuentra?
–Algunos no se atreven a utilizar el término “cambio progresista” o
“revolucionario”. Sin embargo yo creo que hay mucho de progreso y mucho
de revolucionario en la América Latina de hoy. Quizás a la hora definir
en el contexto histórico lo que significa llegar a un estadio de
revolución eso merezca algún debate, pero personalmente pienso que ha
habido pasos progresistas, pasos revolucionarios. Fidel hace muchos años
dijo que la revolución en América Latina iba a ser una revolución
antiimperialista, no socialista. Y creo que eso es lo que está
ocurriendo y así lo confirmó la VII Cumbre de las Américas, en el que se
pudo ver que hay un movimiento antiimperialista.
–¿Cómo sería es movimiento?
–El antiimperialismo no consiste en estar todo el tiempo diciendo soy
antiimperialista. Creo que hoy el nacionalismo y la defensa de la
integridad nacional es sinónimo de antiimperialismo. El imperialismo ha
querido conquistar a América Latina usando métodos diversos, desde
intervenciones militares hasta el más reciente en Paraguay, de un golpe
institucional. Para nosotros ser de izquierda significa ante todo ser
antiimperialista, defender la integridad nacional de cada país.
–¿Cómo cree que va a cambiar el proceso latinoamericano a partir del
acercamiento de Cuba y Estados Unidos? ¿O debiera decir de Cuba con
Barack Obama?
–Por supuesto que es algo que hace la administración de Obama pero
constituye un acercamiento con Estados Unidos. Creo que el primer
elemento es que el propio Obama reconoció en su alocución del 17
diciembre que la política de pretender aislar a Cuba terminó aislando a
EE UU del resto de América. Una normalización de relaciones entonces
tiene un impacto positivo, y de hecho ya lo está teniendo. Para nosotros
la integración es un objetivo estratégico y es la única manera que
tienen los pueblos de América Latina para sobrevivir y continuar
desarrollándose. Lo estamos haciendo con el ALBA, que ya lleva diez
años, y con la CELAC.
–¿Cómo marchan los cambios en la economía cubana?
–Vamos a la velocidad que debemos ir. Nuestro presidente Raúl Castro
utiliza una expresión muy ilustrativa, "seguiremos avanzando sin prisa
pero sin pausa". El proceso de transformaciones económicas no es otra
cosa que la implementación de los Lineamientos para la Política
Económica y Social del VI Congreso del PCC de abril de 2011, y se
traduce en el concepto de actualización del modelo económico cubano.
Esto nos obliga a ir dando pasos muy bien pensados, mesurados, adaptados
a la realidad y a las posibilidades concretas del momento. Si usted
revisa los 313 lineamientos verá que algunos no se han cumplido. El
ejemplo más ilustrativo es el problema de la doble circulación monetaria
y el triple cambio. Pero debemos entender que los pasos que damos no
deben implicar un problema social, afectar a las inmensas mayorías, bajo
el principio de que en Cuba nadie puede quedar desamparado. En el mes
de abril del año que viene vamos a realizar el VII Congreso del PCC,
será un momento para evaluar el estado de esos lineamientos y para
seguir actualizándolos. Todo lo que está ocurriendo en Cuba tiene su
base conceptual en la teoría revolucionaria y marxista. Es el concepto
pronunciado por primera vez por el compañero Fidel el 1º de Mayo de
2000, cuando dijo que “revolución es sentido del momento histórico, es
cambiar todo lo que hay que cambiar”. Por tanto nosotros estamos viendo a
Cuba hoy con sentido del momento histórico y seguiremos cambiando todo
lo que debamos cambiar. Nuestro fin es construir un socialismo próspero y
sostenible. Y en ese objetivo hemos implementado fórmulas no estatales
de gestión, donde ya tenemos a más de 480 mil trabajadores, hemos
liberalizado restricciones en determinados sectores de la economía. Eso
no puede significar la idea de que estamos abandonando el socialismo,
todo lo contrario, estamos actualizándolo.
–Precisamente, ¿qué implicancias ideológicas traen estos cambios?
–El principal impacto económico e ideológico negativo sería que no
pudiéramos resolver los problemas y que no pudiéramos demostrar que el
socialismo puede ser eficiente. En el año '93, en pleno período especial
y en el momento más duro de la crisis, Raúl dijo “son más importantes
los frijoles que los cañones”. Es que el hombre, antes de hacer
política, debiera tener un plato que comer, una ropa que vestir y un
techo. Para nosotros la solución de los problemas económicos es resolver
contradicciones como las que planteó Raúl al inicio de todo este
proceso, cuando decía que el principio de distribución socialista “de
cada cual según su capacidad a cada cual según su trabajo” no se cumple,
cuando decía que “el salario no es un estímulo al trabajo”, lo que
motivó un gran debate nacional en 2007 y 2008. El centro de la batalla
ideológica es la batalla económica. Ganar esta batalla, elevar los
niveles de eficiencia, hacer un estado más eficiente, que se brinden
servicios a la gente, que con lo que la gente gana pueda desarrollar su
proyecto de vida... esos motivos sólo se cumplen si somos capaces de
echar a andar esos programas económicos. Ahora, en cuanto a lo
estrictamente ideológico, uno puede decir que una persona que pasa a
trabajar en algunas de las fórmulas no estatales puede tender en el
mediano o largo plazo a pensar más en sí mismo que en la sociedad. Pero
hay mecanismos económicos y de control social para evitar eso. Incluso
hemos avanzado en procesos de sindicalización. Pero no deja de ser un
desafío.
–¿Cómo miden la productividad y la eficiencia?
–Las reglas de la economía están escritas y registradas, el problema es
que nosotros a veces las olvidamos. No nos fijamos mucho en qué gastamos
y se fue estimulando la idea de que el Estado lo da todo. Ese cambio de
mentalidad es un paso muy importante hacia esa eficiencia, que la gente
entienda que hay que trabajar y producir para tener bienes, que el
Estado no nos va a dar todo. La gente tiene que aportar para que el
Estado sea eficiente. Como en todo proceso histórico usted dicta leyes y
normas, y la mente de las personas a veces trabaja de otro modo, pero
vamos caminando a que se tenga más comprensión de que es necesario
llevar clara la economía. Hemos hecho una reducción importante del
personal que trabajaba en empresas del Estado y a la vez hemos logrado
garantizar el empleo. Cuando alguien me dice que pasar a la gente a
modelos de gestión no estatal tiene consecuencias ideológicas yo digo
que la mayor consecuencia ideológica hubiese sido que se quedaran sin
trabajo. Hay que verlo en esa dimensión, ese es un elemento para ver la
eficiencia.
–Se firmaron acuerdos ya con empresarios estadounidenses.
–Con Estados Unidos vamos a firmar todos los acuerdos que el bloqueo
permita. Lamentablemente Obama por sí solo no lo puede modificar, lo
tiene que hacer el Congreso. Pero él tiene facultades ejecutivas que le
permiten ir vaciando de contenido a las leyes, como pasa con los viajes
de estadounidenses a Cuba, por ejemplo. En ese camino es que nosotros
vamos.
Tiempo Argentino
Mayo 25 de 2015
La foto es de Hernán Mombelli
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