Si de algo pueden jactarse los fundadores de Podemos es de haber
instalado el concepto de Casta para referirse a los dirigentes políticos
que se repartieron el poder en España desde la transición democrática.
Desde este domingo, los representantes del PSOE o del PP tratan
infructuosamente de salvar los papeles con alguna alianza que les
permita gobernar un tiempito más tras el dictamen de las urnas.
Otra casta, la de la FIFA, también tiembla desde que este miércoles la
justicia estadounidense desplegó una denuncia por corrupción que
involucra a la dirigencia de las federaciones latinoamericanas, pero
golpea de lleno en el sillón que ocupa –y espera mantener– el suizo
Joseph Blatter. El máximo organismo futbolístico internacional quedó
otra vez en el ojo de la tormenta por sus vidriosas costumbres pero
también por una disputa geopolítica de imprevisibles consecuencias.
La denuncia que presentó la fiscal general Loretta Lynch está muy bien
fundada desde el punto de vista judicial y ya provocó las primeras
detenciones. Pero también despertó recelos del presidente ruso Vladimir
Putin y de analistas desprejuiciados de esta parte del mundo.
Les resulta sospechoso en el contexto actual que se apunte a la forma en
que Rusia y Catar fueron elegidos como sede para el mundial de 2018 y
2022. También, que solo aparezcan acusados dirigentes latinoamericanos.
La Fédération Internationale de Football Association fue creada hace 111
años, el 21 de mayo de 1904, durante una fuerte controversia entre los
representantes británicos y los europeos. Ganaron, bajo la batuta
francesa, los continentales, por esa razón las siglas de la organización
son en el idioma de Víctor Hugo. Desde su origen fue cuestionada y
estuvo a punto de desaparecer durante la primera guerra mundial. Dice la
historia oficial –y la no tanto– que le debió la subsistencia al
banquero holandés Carl Hirschmann. Sería secretario del organismo que
presidía Jules Rimet hasta que la crisis de 1930 se llevó puesto su
banco y, según mientan los detallistas, tomó prestado dinero de la FIFA
que no devolvió en tiempo ni en forma.
Cuando terminó la guerra, quedaron profundas heridas en el mundo del
futbol internacional y los británicos se negaron a integrar la
organización porque no querían compartir los campos de juego con los
enemigos de la contienda. El Mundial de Uruguay quedó sumido en algunos
de estos tironeos y solo cuatro países aceptaron cruzar el océano para
disputar el certamen. Argentina quedaría herida en su orgullo porque
estaba el compromiso para organizar la Copa de 1938 y no se cumplió. Esa
es la razón por la que no volvería a los Mundiales sino hasta 1958 en
Suecia.
Las críticas sobrevolaron el Mundial de Italia de 1934, en plena era de
Benito Mussolini. Pero con el mismo rasero deberían impugnarse las
Olimpíadas de Berlín en 1936. Y si es por contar las costillas, no se
detuvo la bola en Argentina 78 a pesar de la dictadura.
¿Tiene razones Putin para sospechar de la investigación del FBI? La
historia avala su desconfianza: las olimpiadas de 1980 en Moscú
recibieron el boicot de 65 países acaudillados por Estados Unidos en
represalia a la invasión soviética a Afganistán de un año antes. No
sucedió lo mismo tras la invasión estadounidense al mismo país en 2001
en los Juegos de 2004 en Atenas. En la Olimpíada de Invierno del año
pasado en Sochi volvieron a aparecer represalias, cuando mandatarios
occidentales se excusaron en una ley rusa contra la propaganda
homosexual para no asistir. Pegaron el faltazo los presidentes de
Estados Unidos, Alemania, Francia y Polonia y los primeros ministros de
Bélgica y Canadá.
En el caso de los dirigentes latinoamericanos puede decirse que se
repite el esquema: nadie pondría las manos en el fuego por ninguno de
ellos y si no fueron denunciados judicialmente antes es porque tienen la
virtud de recostarse siempre donde da el sol como para no quedar a la
intemperie. Pero ocurre que en Europa la trasparecía no es una
característica distintiva. De hecho, no cuesta demasiado "tirar del
carretel" para llegar a Blatter y sus allegados más cercanos. Si los
latinos robaron, seguramente lo hicieron para ellos pero a nadie escapa
que también lo hacían para la corona.
Hay un personaje clave en todo este proceso iniciado en Estados Unidos,
el ex fiscal federal del distrito sur de Nueva York Michael García. El
hombre, como servidor público, investigó el atentado al World Trade
Center y le pisó los talones al gobernador demócrata Eliot Spitzer por
un escándalo de prostitución.
Blatter lo conoció el año pasado, cuando contactó al estudio Kirkland y
Ellis de Nueva York para contratar un abogado que hurgara en muy
discutido proceso de licitación que adjudicó las dos próximas copas del
Mundo. Luego de juntar 75 testimonios que volcó en un dossier de 400
páginas, García esperaba decisiones fuertes para limpiar a la FIFA. Pero
Blatter le dio largas al asunto y todavía el Informe García duerme en
un cajón de su despacho. El ex fiscal renunció el 17 de diciembre
pasado.
Pero Michael García está casado con una agente del FBI. Todo indica que
compartió su información con ella, que a su vez la trasladó al Federal
Bureau of Investigation. Hay quienes deslizan que en realidad él mismo
trabajó como topo de "los federales" para destapar chanchullos que
podrían servir muy bien para boicotear a Rusia en medio de la escalada
diplomática y económica de la administración de Barack Obama y la UE al
gobierno ruso.
Otra pata de esta presentación en Nueva York es la flamante fiscal
general estadounidense. Lynch es la primera afrodescendiente en ocupar
ese cargo y logró ser proclamada hace apenas un mes tras 166 días de
arduas negociaciones en un Congreso de Estados Unidos, dominado por los
republicanos. La rechazaban porque ella había avalado la ley de
inmigración que propone Obama. Venida de un hogar humilde- padre pastor
religioso, madre cosechadora de algodón, todo un paradigma- Lynch está
convencida de que lucha por mayor justicia en el mundo. Una de las
críticas es que está tomando su cargo como de jurisdicción universal, y
que lo hace desde un país que no tiene al fútbol-soccer entre sus
preferencias.
En pocos días Lynch impuso una multa de 5000 millones de dólares a los
bancos OBS, Barclays, Citigroup, JPMorgan, Royal Bank of Scotia y Bank
of Amierca por manipular tasas de cambio. Y se comprometió con los
padres Freddie Gray, el chico asesinado por policías de Baltimore el 19
de abril pasado, a ir hasta el hueso contra los culpables.
Una tercera pata es Charles Blazer, el ex secretario de la CONCACAF que
hizo un trato con la fiscalía para morigerar una sentencia en su contra a
cambio de grabar todas las conversaciones comprometedoras con
dirigentes futbolísticos.
¿Dónde está la verdad? No sería demasiado aventurado decir que hay una
enorme operación para socavar el Mundial de Rusia pero montado sobre las
malezas de una organización que desde hace años es un absceso
purulento. Quizás la fiscal quiere hacer bien su trabajo, pero la
información del FBI ya estaba en marcha cuando tomó el cargo. No tuvo
tiempo material para los detalles -ni de la oportuna presentación un par de días antes de la elección en la FIFA-, aunque todo indica que las evidencias
son sólidas.
El mundo futbolístico, el que ama al deporte de verdad, se alegró con la
novedad porque Blatter es parte del forúnculo, como lo viene
denunciando Diego Maradona desde hace décadas. Aunque hace algunos meses
era el bueno de la película en el filme United Passion, del francés
Frédéric Auburtin, que se estrenó en Cannes antes del mundial de 2014.
En la película Tim Roth, que en 2001 había protagonizado el Planeta de
los Simios, hace de Blatter. La película costó 25 millones y Blatter
quedó muy conforme con el resultado. Todavía le faltaba el capítulo más
inquietante.
Tiempo Argentino
Mayo 29 de 2015
Ilustró Sócrates
No hay comentarios:
Publicar un comentario