La aparición de 50 cadáveres en un camión frigorífico
estacionado al costado de una autopista en Austria es todo un símbolo de una
situación descontrolada en Europa, donde cada día miles de personas intentan
ingresar al rico territorio atravesando mares, ríos y montañas a bordo de
cualquier medio, incluso algunos tan peligrosos como las balsas con que
atraviesan el Mediterráneo o vehículos en los que escasea el espacio y el
aire.
El hallazgo de los 50 cuerpos escandalizó hasta a los más
duros de una sociedad sumergida en un caos que aparece como secuela –o daño
colateral- de conflictos en otras partes del mundo en los que algunas de sus
tropas no son ajenas. No es casualidad
que muchos de esos desesperados que arriesgan su vida para buscar mejores
oportunidades vayan de Libia, Túnez, Siria, Etiopía y más allá.
En las últimas semanas creció en algunos decisores europeos
la polémica sobre cómo denominar a esa masa humana que presiona en el paso de
Calais, en el norte de Francia, o en Alemania, desde el sur de España, Italia y
Grecia. Para los editores del británico The Independient, al menos, es
necesario denominarlos refugiados y no simplemente inmigrantes. Porque la
mayoría huye de guerras civiles o atrocidades étnicas.
Pero otros escapan de situaciones económicas y sociales que
también los condenan a la muerte. ¿Cuál sería la diferencia? En este caso el
debate parte de las pantallas de la CNN, donde rebotaron los pedidos del Alto
Comisionado de la ONU para que tanto Estados Unidos como México y los países
centroamericanos consideren a los niños que cruzan la frontera sur
estadounidense como refugiados, algo a lo que la Casa Blanca se niega.
En Europa, la canciller alemana Angela Merkel –una dura
entre duros- reclamó desde una cumbre de la UE y los países balcánicos acordar
un "reparto justo" de los refugiados. El jefe de gobierno austríaco ,
Werner Faymann - quien tampoco es un
blando- pidió "espíritu de solidaridad" entre todos los países para
resolver la cuestión.
Ya se había difundido la noticia de que en la carretera que
va de Budapest a Viena la policía austríaca había encontrado un furgón con las
puertas abiertas y adentro, medio centenar de cuerpos de personas que, por lo
que parece, llevaban varios días fallecidas.
De inmediato las autoridades salieron a condenar a los
traficantes de personas. Cada tanto ocurre algo parecido en la frontera
estadounidense y la retahíla de cadáveres en vagones de tren que habían partido
de México fueron un clásico en épocas no
tan lejanas.
Por esas regiones, la crisis inmigratoria tiene aristas
diferentes pero el trasfondo no lo es tanto. Los hay que tradicionalmente
buscan mejores condiciones para desarrollar una vida digna. Son los que pueblan
mayoritariamente el territorio sureño, un territorio que, por otro lado,
perteneció a México. Pero en los últimos años se agregaron miles que cruzan
desde América Central huyendo de la violencia social y el narcotráfico en sus
naciones de origen. Si no son asesinados en el norte mexicano por bandas
criminales, quizás puedan ingresar escapando de la vigilancia estadounidense. Y
tal vez, incluso puedan conseguir trabajo. Pero aún el presidente Barack Obama
no consiguió que los republicanos le aprobaran una ley para regular la
situación de más de 12 millones que, de resultar legalizados, podrían recibir
un aumento en sus ingresos. Así como están no solo son carne de violencias
cotidianas sino que deben tolerar sueldos que apenas permiten la sobrevivencia.
Una buena razón para que algunos empresarios rechacen la idea de incorporarlos
a la plantilla regular.
En los últimos meses un precandidato republicano trepó en
las encuestas avivando el fantasma de
los inmigrantes, a los que carga de las peores diatribas, y prometiendo
construir muros a lo largo de toda la frontera –ahora existe solo un tramo de
unos 600 kilometros- y prometiendo echar a todos los ilegales. Donald Trump,
que de él se trata, tuvo incidentes con representantes de la comunidad y el
miércoles expulsó a un periodista hispano de una conferencia de prensa. Con ese
discurso agresivo parece irle bien y es difícil que lo cambie
Al millonario excéntrico se le sumó otro aspirante
republicano, Benjamín "Ben" Carson, un reconocido médico cirujano, de
prodigioso currículum por haber realizado operaciones impresionantes con pulso
firme y decidido. Ahora su aporte a la confusión general fue decir que no
dudaría en usar drones contra los inmigrantes que intentan cruzar hacia Estados
Unidos. Tras el vendaval que se le vino en contra salió a aclarar: "No
dije que iba a usar aviones no tripulados contra personas, sino contra las
cuevas que ellos utilizan para protegerse de las autoridades."
Es por lo menos curiosa la posición de Trump, cuya madre era
una inmigrante escocesa y su padre, descendiente de alemanes. La de Carson, un
neurocirujano cuya vida fue relatada en el filme Manos milagrosas -con Cuba
Gooding Jr. y Kimberly Elise- tiene sus diferencias. Es negro, por lo tanto sus
ancestros fueron llevados por la fuerza, y para estar peor que en su tierra
original. Pero su solución de los drones
va en consonancia con un recurso aplicado extensivamente por el gobierno de
Barack Obama, el primer afrodescendiente en ocupar la Casa Blanca. En tal sentido, el Wall Street Journal
publicó hace unos días que el Pentágono tiene previsto incrementar el uso de
drones para misiones de vigilancia e inteligencia en todo el mundo. Los vuelos no tripulados pasarán de los
actuales 61 por día a 90 para el año 2019.
Según una fuente que el periodista Gordon Lubold no identifica, la mayor parte de las futuras
operaciones se llevarán a cabo en "zonas calientes" como el Norte de
África, Ucrania, Siria, Irak y el mar de la China Meridional.
La nueva estrategia se inscribe en el marco de un replanteo
de ese tipo de acciones bélicas, las preferidas del presidente Barack Obama por
varias razones: en primer lugar, como se efectúan desde cómodas poltronas en
una oficina implican un juego virtual y no se producen esas tan revulsivas
remesas de bolsas negras con cadáveres de soldados caídos en combate, que tanto
incomodaron a anteriores mandatarios, desde Vietnam a esta parte. Por otro
lado, son un impresionante negocio para la industria bélica, la que más valor
agregado aporta a la salud económica de Estados Unidos junto con la tecnología
informática, que en este caso van de la mano.
Por ese motivo es que la filtración informativa se coló en
los pliegues de un diario económico como el Wall Street Journal. Se trata de un
anuncio de los proveedores de equipos hacia los inversores, para que vean los
"nichos de negocios" (nunca mejor aplicado el término) que más
rendirán en los próximos meses.
Hay que decir que las incursiones teledirigidas son para
vigilancia y espionaje como dicen los comandantes, si, pero básicamente han
demostrado ser muy útiles en la política de Obama de asesinatos selectivos.
Según revela Micah Zenko
en base a datos provistos por la New America Foundation, desde 2001 y
hasta fines de 2014 Estados Unidos llevaba realizados 500 asesinatos
selectivos, de los cuales el 98% fueron efectuados con drones. Resultaron
eliminadas así 3674 personas, incluidos 473 civiles. En 50 de estos casos la
autorización fue del presidente Bush, en el resto, 450, la firma es de Obama.
La pregunta clave es cuántos de esos homicidios fueron
personas inocentes que cayeron por "error". En diciembre de 2013 un drone masacró a 12
personas y dejó gravemente heridas a otras 11 que asistían a un casamiento en
Yemen. Situaciones similares se produjeron en Afganistán.
Ante ataques que "vienen del cielo", la población
civil no tiene cómo escabullirse fácilmente. Si el blanco elegido es hallado se
puede plantear un debate sobre la legalidad de matar sin juicio previo, o aún
de la pena de muerte. Pero miles y miles huyen de estos "daños
colaterales". Y los terminan
provocando en esta Europa que no sabe qué hacer con ellos. Aunque émulos de
Trump y Carson no les faltan.
Tiempo Argentino
Agosto 28 de 2015
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