Comenzó la campaña proselitista para las elecciones regionales por Buenos Aires. Y ante la prensa Joan Puigcercós detalló cómo se fue endureciendo el enfrentamiento con Madrid, que podría llegar al nacimiento de un nuevo miembro de la UE.
Puigcercós es presidente de Esquerra Republicana de Catalunya, el partido más antiguo de la región, fundado en 1931, que fue prácticamente devastado en la Guerra Civil, y luego “el último en ser legalizado cuando empezó la democracia, recién en 1979”, recuerda.
Muchos de aquellos catalanes republicanos tuvieron que exiliarse, en su mayor parte en la Argentina y México. Fieles a su tradición, los republicanos de izquierda retomaron la senda progresista y ahora, cuando son el tercer partido político catalán y forman parte de la coalición gobernante, plantean sin tapujos la independencia de Cataluña. “No va a ser sencillo, nada lo es, pero todo indica que es el único camino que nos queda”, dijo Puigcercós en una ronda de prensa ante varios medios gráficos porteños.
El hombre de ERC visitó Buenos Aires como parte de su campaña electoral para los comicios de noviembre, y aquí deslizó sus argumentos en favor del separatismo de una de las regiones más ricas de España. “Por las vías democráticas”, insiste.
“El debate por la relación de Cataluña y España fue empujado por el proceso de reforma de nuestro estatuto”, explica Puigcercós. Y pasa a detallar: “En el año 2003 se creyó que luego de 25 años hacía falta un nuevo código de leyes para regir la comunidad catalana. La idea era ganar más competencias para el gobierno de la región. La reforma del estatuto catalán fue aprobada por el 89 % de los diputados. Era una reforma ambiciosa que se basaba en tres grandes ejes.”
El primero de esos ejes, detalla, es “un tema que siempre está latente entre el centro y la periferia, como es el de al recaudación”.
−Nosotros somos partidarios de aplicar lo mismo que tiene el País Vasco, que es recaudar la administración básica y luego renegociar con el Estado la parte a distribuir. El segundo eje es que pasen al control catalán las grandes infraestructuras, como el aeropuerto de Barcelona, porque creemos que bajo tutela catalana puede convertirse en un aeropuerto de transferencia para el resto de Europa. Ahora todo eso está gestionado desde Madrid y eso nos impide tener un plan de desarrollo propio. El tercer eje es delimitar las competencias de cada uno, lo que es catalán y lo que es español.
−No debe ser algo fácil.
−Hasta ahora hay un conflicto permanente que nos está desangrando ante la opinión pública, porque cada ley que hace el parlamento catalán es recurrida por el gobierno español y viceversa. Hay un solapamiento entre las competencias de cada uno. A grandes trechos, ese es el panorama, esos son los tres ejes, más un cuarto que es más simbólico, como es el reconocimiento de Cataluña como nación. Esto parece algo semántico, nominalista sobre qué cosa es una nación y qué cosa no. Nosotros decimos que no hace falta entrar en el debate, pero se puso en el estatuto la necesidad de reconocer a Cataluña como nación. Tiene un gran valor simbólico que las cortes españolas reconozcan el sentido nacional de Cataluña.
−Y no lo hicieron.
−Este fue el inicio de un conflicto en que estamos desde el 2003, porque el gobierno español y sobre todo el Partido Popular han sido muy duros con Cataluña. Han hecho incluso campañas de boicot contra productos hechos en la región, una campaña permanente en medios de comunicación de Madrid, y se fueron recortando cuestiones esenciales del estatuto. Pero la cuña entre Cataluña y Madrid ha tenido su capítulo final con la sentencia del Tribunal Constitucional tras una serie de enmiendas presentadas por el PP por el reconocimiento de la nacionalidad. Eso echó a la calle a 1 millón y medio de personas, la mayor manifestación en Barcelona, protestando contra lo que consideramos un avasallo del tribunal.
−¿Incide ese tema en las elecciones?
−Hasta esa fecha se iban a dirimir cuestiones normales sobre la gestión de gobierno, pero ahora el debate es cada vez más entre la región de Cataluña y España. La cuestión es que si después de siete años de proceso para la reforma estatutaria el mensaje que nos dan desde Madrid es que no hay nada que reformar y cualquier ley del parlamento de Cataluña sistemáticamente lleva al tribunal constitucional. Nosotros decimos que cualquier pacto debe implicar un cambio en el marco político de Cataluña. Defendemos un referéndum para saber si la gente quiere continuar igual o si quiere una nueva legalidad. Que se vote si se quiere ser un país independiente separado de España.
−¿Hay aprobación a esta medida?
−Una parte importante de la ciudadanía que no era separatista, no era independentista, ahora piensa que la creación de un nuevo Estado libre dentro de la Unión Europea es un objetivo deseable, necesario y lo mejor que le puede pasar a Cataluña. Históricamente estábamos en 10 o 20% de aprobación al separatismo, ahora estamos superando el 45%. Gente de izquierda, de derecha, incluso abstencionistas que ahora deciden dar un paso en un proceso democrático, en un referéndum. Una situación que Madrid está viviendo como un trauma.
−¿Los partidos políticos presentan este tipo de plataformas?
−Todos menos el PP proponen un escenario de futuro diferente para Cataluña. Las corridas de toros se han convertido en un problema nacional, llevaron a un debate histérico de quienes pensaban que fue una estrategia de los catalanes para borrar los símbolos de identidad nacional y cultural de España. Todo se contamina de estos debates.
−¿No acarrearía problemas económicos la independencia?
−Siempre hay consecuencias. Pero con la globalización han cambiado mucho las cosas. Antes, de cada 100 productos hechos en Cataluña, 60 iban al mercado español. Hoy, de cada 100, 25 quedan en el mercado catalán, 25 van a España, 25 a la UE y 25 fuera de la UE.
−¿Qué pasa si gana el referéndum?
−Deberemos sentarnos a negociar con Madrid, que no va a ser fácil, y buscar el apoyo y el reconocimiento de las instituciones europeas, que tampoco va a ser fácil. Somos concientes de que no va a ser un camino llano. Pero allá nadie quiere entender que cuando se quisieron hacer las cosas bien, permanecer dentro de España con un texto estatutario con más poder para Cataluña, se cerraron las puertas.
Tiempo Argentino
27 Agosto 2010
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