jueves

Uruguay para armar

Danilo Astori, el candidato a vicepresidente del Frente Amplio, ilustró con absoluta claridad la foto que se registró en Uruguay con los comicios del 25 de octubre. «Se miden dos modelos, el nuestro y el de los partidos tradicionales».
Curioso análisis, aún en caliente y luego de saberse que la coalición de partidos de centroizquierda había arañado el 48% de los votos pero que –a pesar de que le sacaban 20 puntos de distancia al partido Blanco, que lleva a Luis Alberto Lacalle a la cabeza de la fórmula– deberá ir a balotaje para definir la sucesión de Tabaré Vázquez.
Curioso porque proviene del economista, que fue ministro de la cartera hasta el año pasado en representación de Asamblea Uruguay y está considerado como del ala moderada del Frente. Y que añadió, por las dudas, que no encuentra «con qué comparar este proyecto nacional, porque sólo la izquierda lo tiene».
Ese domingo también se sometió a voluntad popular la Ley de Caducidad y una propuesta de enmienda constitucional para que puedan votar por correo los orientales de la diáspora.
Apenas el 38% se manifestó a favor de que los uruguayos del exterior puedan sufragar por correspondencia. Mientras que la ley que abriría la posibilidad de juzgar y castigar a los culpables de delitos de lesa humanidad –llevada por segunda vez a plebiscito– nuevamente fue desechada por las mayorías, esta vez por poco más de 3 puntos.
Por eso, quizás, el hijo del dictador, Pedro Bordaberry, fue el primero en apoyar al Partido Nacional para la segunda vuelta. «Es lo mejor para el país», explicó el candidato colorado, que con casi 17% duplicó la última performance de su partido. Lacalle calificó de «noble gesto sin condiciones ni documentos» al apoyo de Bordaberry; como no podía ser de otra manera, teniendo en cuenta que el Partido Nacional perdió casi seis puntos desde 2004 y que para dar el batacazo necesita votos colorados.
Uruguay mostró un leve corrimiento hacia la derecha –Mujica perdió casi seis puntos en relación con los obtenidos por Vázquez–, el deseo de no revisar el pasado y de que los que decidan sobre su futuro sean los que viven en el paisito, y los que pueden viajar para cumplir con la obligación ciudadana.

Revista Acción
1 Noviembre 2009

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